Impresionantes paisajes nevados alpinos sin llegar a los 2000 metros, hacen de esta una montaña que no destaca por su altitud pero sí lo hace por su espectacularidad. Paisajes pasiegos, ganadería que marca y dibuja un entornos característicos y una cumbre espectacular, el Castro Valnera.
La ruta que proponemos en esta ocasión es una de las más conocidas en el ambiente montañero tanto del norte burgalés como de Cantabria y del País Vasco. En esta montaña, conocida en términos vernáculos como “El Castru”, dieron sus primeros pasos muchos de los alpinistas de más renombre de las comunidades vecinas, con las que este territorio tiene una especial vinculación.
Su «escasa» altitud, ¡engaña! La del Castro Valnera es, a pesar de su modesta altitud en términos absolutos (1.717 m.), la cima más alta del norte de Burgos, Las Merindades.
Su situación, en las estribaciones más orientales de la Cordillera Cantábrica, otorga a esta montaña un aspecto quebrado y alpino, más propio de otras de mayor magnitud, lo que sin duda contribuye a aumentar su atractivo. También contribuyen a ello los valles pasiegos que preside, sobre los que se asentaron los glaciares europeos de menor altitud y cuyas huellas son visibles en multitud de lugares. Y también un modelado cárstico que se concreta en una superficie absolutamente plagada de torcas, dolinas y lapiaces y en un mundo subterráneo indescriptible que han convertido a este territorio en un paraíso para la práctica de la espeleología.
No obstante, si hubiera que destacar un aspecto esencial del Castro Valnera, este sería el de presidir un modelo de paisaje absolutamente excepcional y único en el mundo: el pasiego. El mejor modo de entenderlo es comenzar la caminata que aquí planteamos.
Empecemos a caminar desde una villa pasiega en Burgos
Para ello hemos de tomar como referencia Espinosa de los Monteros, la única villa pasiega de Burgos y merecedora de una exhaustiva visita. Desde esta localidad, el paisaje se torna montañés y se caracteriza por la sucesión de extensos prados de diente y siega y de un sinfín de cabañas de piedra y tejados de grandes lajas.
Pasado Las Machorras, un pequeño núcleo que aglutina lo que resta del mundo pasiego burgalés, comienzan los puertos de Estacas de Trueba y Lunada. Es preciso tomar esta segunda opción. Apenas a tres kilómetros una señal de carretera, que curiosamente señala la dirección del Castro Valnera, nos indica el punto de partida de la caminata. Estamos en el comienzo de la pista que nos conducirá al cabañal del Bernacho, uno de los lugares más sugerentes de Las Merindades.
Además de un adecuado calentamiento, la caminata a través de la citada pista constituye un deleite para los sentidos. Pronto comienzan a aparecen los prados y las cabañas que conforman el cabañal de Valnera, un espacio de ocupación estival al que los pasiegos se trasladaban con todos sus enseres en una especie de trashumancia condicionada por las necesidades de las vacas, su medio de vida. Desde Valnera la vista es preciosa: al fondo, a menudo entre nieblas procedentes del Cantábrico, se alza la mole calcárea del Castro Valnera, y a sus pies, entre hayas y fresnos, el cabañal del Bernacho, cuyas extremas condiciones de vida aún son recordadas por algunos de los pasiegos más mayores que en ocasiones ponen ya voz a sus antepasados.
El camino está flanqueado por singulares muros pasiegos que aún nadie acierta a saber cómo se sostienen en pie. Más allá de los prados que encierran se alzan, hacia el sur, los escarpes de las Cubadas, la Grande y la Pequeña, que también ofrecen interesantes itinerarios montañeros.
Según nos aproximamos al Bernacho las formas delatan su origen glaciar, aunque el modelado cárstico es bien visible en superficie gracias a la gran cantidad de dolinas y úvalas existentes. También aparecen en el horizonte los pasos que nos van a permitir ascender hasta la cima.
Las dos vías más accesibles coinciden con los dos collados que definen la silueta de la montaña: la Hoz, hacia el noroeste y el Canal, hacia el suroeste. Nosotros plantearemos un recorrido circular en el sentido contrario al de las agujas del reloj, es decir, ascenderemos por el collado de la Hoz para descender por la Canal.
Fin del camino y las cabañas, comienza la senda
El camino termina bruscamente junto a las dos últimas cabañas del Bernacho y bajo algunos de los cantiles más abruptos de la cara este del Castro Valnera. Un buen lugar para tomar un respiro y contemplar la esencia de la cultura pasiega: prado, cabaña, tapia, verde… todo y siempre verde.
La marcha continúa por la senda que discurre entre las dos últimas cabañas y bordea la tapia que separa el prado del monte, dominada por incómodas árgomas, tan características de las zonas quemadas.
El sendero continúa claro hasta cruzar un segundo torrente, entre dos masas boscosas. A partir de este punto es necesario abandonar la traza y tender a ascender hacia nuestra derecha unos centenares de metros hasta dar con una senda clara y nítida que nos conducirá hasta el collado de Torcaverosa.
La cresta y la cima, ¡qué vistas!
Unos metros más arriba (hacia el oeste), ya en el collado de la Hoz, nos topamos con la arista del Castro Valnera por la que, sin pérdida posible, se alcanza la cima con una continua y pronunciada pendiente. Las vistas resultan excepcionales: Desde los Picos de Europa, la Montaña Palentina, la Sierra de la Demanda, los Montes Vascos… Incluso hay quien afirma haber llegado a observar, en días especialmente despejados y limpios, los Pirineos Navarros. En todo caso, disfrutar de la placidez que nos regala la cima es siempre una obligación y reemprender la marcha nos hace echar la vista atrás.
La que, en condiciones normales, es una ascensión sencilla y apta para la mayor parte de las personas con unas mínimas condiciones físicas, en invierno se transforma en una verdadera ascensión alpina en la que las verticales de la cara noroeste (de casi mil metros) imponen respeto. En todo caso, no importa en qué condiciones se afronte el ascenso; la sensación de altura es constante.
Bajando por la Canal
Regresar nos ofrece la opción de hacerlo por la misma ruta del ascenso. La perspectiva es absolutamente diferente. Sin embargo y de acuerdo con nuestro plan inicial, lo haremos por el collado de La Canal, en dirección sur, hacia el puerto de Estacas de Trueba, aunque no llegaremos a él. Si la excursión se realiza sin nieve no hay duda posible, ya que la senda está perfectamente definida. Con nieve, la traza debe de tomar rumbo sur, directamente hacia el collado. Una vez en él, y tras descender un pequeño cortado que ofrece varios pasos seguros, hay que girar hacia la izquierda (NE) para continuar el descenso por la Canal que nos devuelve al cabañal del Bernacho, donde retomaremos el camino que nos conduce a la carretera.
Observaciones
- No se trata de una ruta técnicamente compleja. Sin embargo, en invierno con nieve se deben tomar todas las precauciones necesarias y contar con el equipo adecuado
- En invierno se debe contar con preparación tanto física como técnica adecuada para llevar a cabo esta ruta.
- La descripción del itinerario es meramente orientativa, siendo necesario planificar debidamente la actividad en función de las condiciones del día, nuestra experiencia en montaña y nuestra forma física.
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