Se cumplen 20 años desde que el 22 de mayo de 2001, la expedición castellana y leonesa Samuel Rubio (1999-2001) hiciera cumbre en el Everest. Aquí puedes leer el relato de la ascensión al Everest de Isidoro Rodríguez Cubillas,  jefe de expedición.

El 22 de mayo de 2021, el grupo que integró la expedición volvió a reunirse en el Valle de Valdeón, recordando sus innumerables aventuras y disfrutando de la pasión que les une: el mundo de la montaña.

Los días 22 y 23 de mayo del presente año nos hemos reunido en el valle de Valdeón la mayor parte de los integrantes de las Expediciones SAMUEL RUBIO de Castilla y León al Everest del otoño de 1999 y de la primavera de 2001.

Estas Expediciones tuvieron su origen precisamente aquí, en los Picos de Europa, cuando Jaime Rubio llegaba junto con Juan Carlos Martínez, el Pera, a la cumbre más elevada del macizo del Cornión, a la inigualable Torre Santa, su montaña más hermosa.

Jaime Rubio, con sus increíbles dotes de gestión, su amor por las montañas, su humanidad y su desbordante entusiasmo, consiguió reunir los recursos necesarios para hacer realidad un sueño.

El grupo tenía la calidad técnica necesaria y un dilatado historial acumulado después de una gran cantidad de Expediciones por la mayor parte de las montañas del mundo antes de dirigirse en 1999 al Everest.

Unas condiciones excepcionalmente adversas impidieron aquel otoño alcanzar el punto culminante al no poder pasar de las Bandas Amarillas, a unos 7.500 m de altitud, pero ser la única Expedición que operó en ese otoño en la vertiente nepalí del Everest, algo excepcional, nos hizo trabajar muy duro y nos permitió vivir una enriquecedora experiencia.

Dos años mas tarde, Martín, Pedro y Tente alcanzaron la cima del Everest: era el 22 de mayo del 2001, y para ello tuvieron que abrir la parte superior de la ruta desde la cumbre sur sin ningún tipo de ayuda, pues por allí no había pasado nadie en esa temporada.

Fue un éxito rotundo que dejó en todo el grupo un recuerdo imposible de extinguirse con el paso de los años. Los que habían participado en la primera Expedición y no pudieron estar en la segunda por diversos motivos, fueron, junto con Jaime Rubio, los primeros a quienes dimos a conocer la noticia.

Pero al apagarse los focos y las luces, ¿qué fue de los componentes del grupo expedicionario los años que siguieron al Everest?

Pues todos hemos continuado ascendiendo montañas, cosa que seguimos haciendo en la actualidad, por lo que no es difícil encontrarnos por las escuelas de escalada, en el Curavacas o en los Picos de Europa, y en Gredos o los Pirineos. Las Dolomitas o los Alpes suizos, franceses o italianos han recibido repetidas visitas de miembros de nuestro grupo, y algunos han llegado en estos años a las cimas del Kenya o del Kilimanjaro, paseándose por muchos macizos de la Cordillera del Atlas y escalando en las Gargantas del Todra o en las difíciles paredes del circo de Taghia, en el continente africano.

Un nutrido número de altos volcanes de Chile, o nevados como el Sajama o el Huayna Potosí en los Andes bolivianos, el Coropuna, Alpamayo o el Chopicalqui en los peruanos, y el Cotopaxi o el Chimborazo en los ecuatorianos, han sido también ascendidos por alguno de nuestros expedicionarios. La cumbre del Mckinley, el techo de América del Norte, fue otro de los objetivos conseguidos por algún miembro del grupo, y otro, en solitario, llegó al Polo Norte después de arrastrar su pesado trineo durante mas de tres semanas.

El Elbrus, la cumbre más alta de Europa, también ha sido ascendida por algunos integrantes del equipo. En el continente asiático también contabilizamos ascensiones interesantes como el Ararat en Turquía, el Damavand en Irán, o el Pico Lenin en el Pamir. En el Karakorum, en Pakistán, se ha llegado a las cimas de varias montañas que están por encima de los ocho mil metros, como el K2, el Broad Peak, el GII o el Nanga Parbat. Y en el Himalaya, además de otras ascensiones menores, se ha escalado un siete mil virgen: el Dome Kang, así como varios ocho miles: Kanchenjunga, Lhotse, Makalu, Manaslu, Cho Oyu, Dhaulagiri, Annapurna, y también otra vez al Everest.

Además de todas estas mas que notables actividades, uno de los grandes logros ha sido el de mantener los sólidos vínculos de amistad que son el santo y seña de este grupo, y que nos permite seguir actualmente en contacto como si no hubieran pasado los años, habiendo hecho juntos algunas actividades, y manteniendo vivo el recuerdo de Nandotti, Jaime o Miguel Ángel quienes siguen entre nosotros, aunque no se encuentren de forma física.

Fuimos un grupo muy unido, con un proyecto común por encima de los deseos y las aspiraciones individuales. Transcurridos cuatro lustros de aquel glorioso momento, seguimos subiendo montañas, y así, Adelo, Adrados, Ángel, Isidoro, Jaime, Juan Carlos, Julio, Martín, Miguel Ángel, Nacho, Nandotti, Pedro y Tente, continuamos indisolublemente unidos.

Isidoro Rodríguez Cubillas

Everest 2001: 20 años después de la expedición de Castilla y León al techo del mundo