Álvaro Ramos, Técnico superior de Alta Montaña, Técnico de Escalada y Media Montaña y responsable del área de Formación de la FDMESCYL, ofrece las siguientes recomendaciones para evitarla
La hipotermia es un descenso de la temperatura corporal por debajo de los 35 ºC, un riesgo que aumenta considerablemente en las actividades invernales en la montaña. Es obvio que son muchos los factores que hacen que podamos perder temperatura rápidamente, conocerlos e identificarlos puede ayudarnos a poner medidas para reducir este riesgo.
Si el día que realizamos la actividad las temperaturas son bajas o extremadamente bajas, vamos a tener que luchar para conservar nuestra temperatura corporal. Además, si a las bajas temperaturas le sumamos agua, nieve o una alta velocidad del viento (sensaciones térmicas muy frías), estos factores aumentan considerablemente las posibilidades de perder temperatura, por lo que una buena ropa impermeable y aislante y un buen calzado es de gran importancia.
Necesitamos que esta ropa sea técnica, evitando algodón y usando material confortable como la lana de merino, que nos ayuda a estar secos y manteniendo calor. Además será necesario un gorro (un porcentaje alto de la temperatura corporal lo perdemos por la cabeza), al menos dos pares de guantes, una manta térmica adecuada, unos calcetines de repuesto, una buena chaqueta impermeable que impida que nos mojemos y una chaqueta aislante, que nos dará un plus de calor en caso de tener que pararnos.
Llevar bebidas calientes nos será también de gran ayuda, ya que es importante no perder drásticamente la temperatura y una buena hidratación y alimentación nos ayudará a retrasar esa bajada de calor. Perder la temperatura es muy fácil, pero volver a ganarla en condiciones invernales es mucho más difícil. Si hemos estado enfermos los últimos días o lo estamos durante la actividad, estaremos más expuestos a la aparición de la hipotermia.
Los síntomas más reconocibles en una hipotermia leve son tener la piel fría, temblores, agotamiento, falta de coordinación y movimientos torpes. Si después de sufrir estos síntomas, no ponemos solución al problema, es muy fácil entrar a otros niveles de hipotermia mas severos entre los que están la sensación de músculos rígidos, una respiración superficial, el pulso bajo o hasta la perdida de la consciencia. Con un nivel leve de hipotermia, la toma de decisiones se ve claramente alterada, por lo que posiblemente no gestionemos correctamente la situación.
La recomendación más importante para evitar la hipotermia es llevar a cabo una planificación adecuada en la que tengamos claro cuáles son las condiciones meteorológicas para determinar si debemos salir o no. La montaña siempre está allí para regresar y siempre debemos tener un plan B.