- La escaladora leonesa es la mujer que más veces ha hecho cima en el Naranjo de Bulnes
«Lo más raro de mi historial deportivo es que fue la primera montaña de mi vida» reconoce Ana Isabel Martínez de Paz. La escaladora leonesa celebró este fin de semana su ascensión número 100 al Naranjo de Bulnes, un pico que «pudo aborrecer o enamorarse de él». Finalmente, por fortuna, fue lo segundo.
Ana Isabel recuerda cómo fue su primera subida el 25 de septiembre de 1985. Deportista, pero sin contacto previo con el mundo de la montaña, llegó al conocido como Picu Urriellu «sin calzar unos pies de gato», pero esa experiencia que compartió con su marido César «me impresionó tanto que me dejó completamente enganchada».
Desde ese momento, Ana Isabel ha ido acudiendo al Naranjo «todos los años sin excepción», sumando ascensiones hasta que el pasado viernes alcanzó el centenar. Hace dos años, «cuando llegué a las 85, me puse el reto de llegar a las 100», reconoce. A pesar de no «meterse demasiada prisa en conseguirlo», la maestra de profesión ha subido en 11 ocasiones durante 2018, «de las veces que más», porque «tenía el estímulo extra de lograrlo justo en el centenario del Parque Nacional de Picos de Europa«, señala.
Ana Isabel habla del Naranjo como «el paraíso de los escaladores», por la firmeza de su roca y el encanto que desprende. A pesar de ello, como es lógico, alguna vez, pocas, «me he tenido que bajar prácticamente de la cima por el tiempo o porque se me había hecho demasiado tarde». Para ella, montañera con más de 30 años de experiencia, la seguridad es uno de sus principios fundamentales. «Cuando eres más joven piensas en conquistar, pero cuando vas madurando te centras en otras cosas; cómo te sientes, subir seguro, cómo están los que van al lado…»
Ana Isabel siente que «la relación que tienes con el compañero de cordada es muy estrecha; a través de la cuerda eres capaz de percibir muchas cosas». Y es que sus acompañantes siempre han sido algo fundamental en todas estas ascensiones. Además de con César, también ha compartido muchas subidas junto a Isidoro y Adelo y todos ellos quisieron acompañarla en la número 100. «Me llevaron una botella de champán y brindamos en la cima», reconoce orgullosa. «Llegar arriba fue muy emocionante, te sobrevuelan muchos recuerdos».