La vida es una delgada línea con un inicio y un final que en su recorrido va dando giros en los que se van asociando las trayectorias de la existencia de otras personas: familiares, amigos, conocidos…, y cuando ésta se trunca permanentemente produce daños colaterales en los sentimientos de los demás.
Aureliano Escanciano Valbuena se ha pasado casi la mitad de su vida en un permanente servicio de ayuda a los que nos movemos viviendo o haciendo diversas actividades en los confines de la Naturaleza más salvaje, lugareños, montañeros, escaladores, alpinistas, espeleólogos, esquiadores y un largo etcétera.
Formó parte de los Grupos de Rescate e Intervención en Montaña de la Guardia Civil desde sus inicios trasladándose del GREIM de Mieres, en la vecina Asturias, a la localidad de Sabero en 1982, con el que sería entonces Jefe del Grupo, Antonio Retamar, que había tomado el relevo de Ibarra, siendo posteriormente el propio Escanciano el que se haría cargo del Grupo hasta que paso a prestar sus servicios en la Comandancia de León en el año 2007.
Un cuarto de siglo estuvo tomando el pulso a lo que en la Cordillera Cantábrica y en los Picos de Europa iba ocurriendo, haciéndose cargo junto con sus compañeros de los momentos de mayor tristeza que a veces las actividades llevan aparejados, viviendo situaciones difíciles, momentos expuestos, inciertas y duras jornadas,… viéndose únicamente recompensados con la satisfacción del trabajo bien hecho y con el agradecimiento de muchas personas a las que ayudaron a minimizar las consecuencias de un accidente o incluso a quienes salvaron la vida.
Héroes en silencio, con una alta cualificación profesional, los Guardias Civiles que integran los GREIM, han sido, y son, anónimos ángeles de la guarda de la gran familia montañera de la que también forman parte, oficio en el que en ocasiones, como ocurriera el pasado año en el macizo del Mampodre, han entregado incluso su vida, como su compañero durante muchos años José Martínez Conejo, o los tripulantes del helicóptero Emilio Peláez y Marco Antonio Benito.
En el año 2003 Escanciano viajaba en el helicóptero que se estrelló en las laderas del Pico Espigüete cuando realizaban un rescate y del que milagrosamente salieron vivos, aunque con múltiples lesiones, tanto él como sus compañeros.
Sirvan estas líneas como testimonio de gratitud y de cariño de la comunidad montañera a nuestro amigo Escanciano, que nos acaba de abandonar, así como al resto de sus compañeros, y seguro que muchos de nosotros, cuando ascendamos a la Peña Ten, por encima de La Uña, tendremos un emocionado recuerdo para él.
TEXTO: Isidoro Rodríguez Cubillas
FOTOGRAFÍAS: Arriba izquierda Revista Fusión (foto Nin). Arriba derecha y abajo: Antonio Retamar (fue Jefe del Grupo de Sabero).